La Gran Vía y la calle Alcalá forman la esquina del “Edificio Grassy”, así llamado desde que en 1952 se instalara en el número 1 la Joyería Grassy y entrara a formar parte de una de las imágenes más características de Madrid.
En este local exquisitamente decorado con estucos italianos, frescos y pavimentos de terrazo se desarrolla un comercio más elitista.
Los grandes escaparates muestran las marcas relojeras y las joyas delicadamente expuestas junto con objetos de arte del siglo XIX, local único en Madrid con esta oferta.
En el sótano se exhibe la colección de Relojes Antiguos, de gran interés, que consta de piezas de manufactura francesa, inglesa y alemana abarcando desde el siglo XVI al XIX.
En los años ochenta se incorpora al negocio Yann Reznak, nieto del fundador y la firma conquista la “milla de oro” abriendo un nuevo establecimiento, de carácter más moderno, en el número 17 de la calle José Ortega y Gasset.
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